Los perfumes y sus usos remontan a la noche de los tiempos, según las civilizaciones.


Parece que fue en el Próximo Oriente, hacia el 7000 a. de C. que  remontan los primeros objetos considerados como recipientes para perfumes y cosmética. Estas civilizaciones utilizan diversas materias odorantes, principalmente resinas muy extendidas, desde el año 4000 a. de C. en fumigaciones rituales, en incensarios o en quemadores de perfumes, dedicados a los dioses y reservados a las familias reales. 
Los egipcios conocían las técnicas de captación de fragancias en un cuerpo graso, la maceración en frío o la decocción en caliente, pero no conocen aún la destilación. Los productos obtenidos están lejos de tener la fuerza olfativa de nuestros perfumes pero su fama es inmensa. Este arte, que aún duda en trasladarse al mundo profano, desaparecerá a finales de la edad de bronce, hacia el años 1200 a. de  C.
Habrá que esperar los períodos arcaicos (siglo VI a.  de C.) para que se democraticen las fragancias. En adelante están dentro de recipientes más sencillos, de aríbalo o alabastro. El olor ocupa entonces un lugar preponderante en la encrucijada de lo sacro, la terapéutica, la cosmética y la cocina, lugar que ocupará durante toda la Edad Media, cualquiera que sea la civilización de la que hablemos. 
En Grasse, las materias primas se utilizan ampliamente en la industria naciente de la perfumería. Aunque se utilicen fragancias naturales y brutas a partir de especias, de flores, de resinas minerales o vegetales, también se fabrican aceites o aguas perfumadas, obtenidas por decantación, maceración o filtración. La cuestión del perfume está estrechamente relacionada con el desarrollo de las técnicas de destilación, que se generaliza con la difusión del alambique y de la alquimia, gracias a la traducción de los tratados árabes por los médicos de la escuela de Salerno del siglo XII, y luego por su propagación en Andalucía, en el siglo  XIII. El alcohol, inventado en el siglo XII  en Salerno, tiene un uso estrictamente médico hasta el siglo XV. Su utilización para la fabricación de perfumes se propaga en el siglo XVI. 
La Revolución Francesa arruinó a los perfumistas pero no abolió el gusto por la perfumería. Tras el período del Terror, se utilizan los perfumes más que nunca. El ámbito industrial conoce una mutación fundamental, y también es la época intelectual y mundana de la ciudad de Grasse. Una fiscalidad muy pesada origina en ella la rápida regresión del curtido en beneficio de la  perfumería, que se desarrolla con la mejora de los procedimientos técnicos. A las pastas perfumadas se añaden ahora los polvos, los jabones, los tabacos... El placer, palabra clave de la época, origina en paralelo una proliferación de estuches y cajas, vinculada a la aparición de nuevos materiales mientras que otras civilizaciones siguen usando los incensarios... cuando las materias perfumadas son sólidas.
En Europa, el olor marca una distinción social hasta la llegada de la revolución higienista inglesa en el siglo XVIII. La limpieza corporal favorece en esta época la emergencia de perfumes más ligeros. De manera paralela, la paleta de perfumes se enriquece con nuevas materias primas importadas por la Compañía de Indias. Los progresos de la química cuestionan las medidas de desinfección por los olores fuertes.
El siglo XVIII europeo conoce también una mutación en el objeto mismo del comercio, que pasa de la guantería a la perfumería. El siglo XIX será testigo de un cambio de esta actividad que, de actividad artesana se convierte en una industria poderosa.

La perfumería moderna, nacida a finales del siglo XIX con los primeros usos de productos de síntesis, desarrolla en el siglo XX verdaderas creaciones, basadas en el descubrimiento de productos odorantes, gracias a la investigación en la química orgánica y conjugada con irremplazables productos naturales procedentes de nuevas tecnologías. Houbigant y Guerlain son los primeros que utilizan los productos de síntesis: Fougère Royale en 1884, Jicky en 1889, considerado como el primer perfumista moderno, celebran la llagada de la vainillina. Abren la vía a las grandes creaciones del siglo XX. François Coty, padre de la perfumería moderna, hombre de ingenio, precursor e industrial, utiliza corrientemente los "Absolutos" naturales, nacidos de la puesta a punto de la técnica de extracción de solventes volátiles, que conjuga con nuevos productos de síntesis. La técnica sigue estando al servicio de la creación y de este modo el perfumista puede crear fragancias que le están inextricablemente vinculadas.
La globalización va conjuntamente con el desarrollo de la industria de la perfumería y crea una uniformización de costumbres y una estandarización, cualesquiera que sean las grandes metrópolis. Francia desempeña un papel predominante en este "Grand Siècle", debido a la acción conjugada y complementaria de Grasse, el mayor centro mundial de materias primas naturales de Perfumería y sus derivados, y París, capital mundial de la Moda. En la Ciudad del Perfume, a principios del siglo XX, la industria del perfume se caracteriza por el tratamiento de los productos naturales, y representa un casi monopolio mundial. Tras la proliferación de una creación sin verdadero límite de precio, a través de una distribución elitista, la segunda mitad del siglo XX está marcada por la puesta a disposición del público en general el perfume, originando la baja del precio de coste y, por lo tanto, del precio de venta. Los lanzamientos se multiplican, con más o menos éxito. La vida útil media de un producto se reduce. Salvo algunas excepciones, la perfumería pasa de lo excepcional a lo usual y del hiperselectivo a la gran masa.

Algunas civilizaciones escapan aun actualmente a la mundialización. En Oceanía las personas se frotas el cuerpo y el cabello con vegetales seleccionados por su fragancia. Asia sigue siendo sinónimo de ofrendas florales, hasta tal punto las flores frescas están omnipresentes en la vida profana y religiosa. El olor tiene un poder de seducción y de purificación. Las prácticas corporales asociadas al perfume constituyen una parrilla de interpretación de la vida social en Emiratos. Poco a poco, las fragancias desempeñan en China un papel marcados de la personalidad, como ya es el caso en Occidente. El perfume es un producto que posee un valor terapéutico, estético, ritual. Es un accesorio de seducción o de erotismo, una manera de honorar a los dioses, un modo de purificación.
En África, en el siglo XVIII, hablar del arte de la perfumería conduce hacia las grandes ciudades costeras de África Oriental pero también transporta al interior de una "África ambigua", misteriosa y primitiva. Perfumes y preparaciones a base de plantas odoríferas participan aún muy diversamente en estrategias mágicas y terapéuticas, tanto en el medio rural como urbano. En el siglo XX, los perfumes de importación en frascos estarán de moda cada vez más, hasta convertirse en sinónimos de triunfo social, tanto en las grandes ciudades como los pueblos más recónditos.